A ti reflejo de mi pasado, alma sin Dios y de versadas confesiones, dame de tu atención que necesito decirte que yo nunca olvido un rostro. Deberías haberlo sabido. Quedan fijados impregnando mi memoria para siempre, es un don de Dios.
Te recuerdo de forma indeleble ¡oh reflejo de mi pasado! La hora exacta en la que te dije que existen seres que dejan una huella que no se borra nunca más, que moldea el corazón para siempre, aquella misma noche mientras caminábamos en las frías calles grabe tu rostro en el momento que escuchaste esas palabras, y aunque tú no te percataste, algo de ti quedó para siempre con migo, y el tiempo se detuvo.
Tú no tienes ese don divino, por eso no hay un ápice de mí en la memoria de tu corazón; jamás podrás recordarme como yo a ti.
Yo puedo dibujar la línea de tu mentón, el profundo verde de tus enormes ojos, la suave curvatura de tu nariz, el lacio de tu pelo, tus labios pequeños, las delicadas curvas de tu cara, las pequeñas marcas en tu mejilla, tus cejas delgadas que matizan una expresión hermosa, y aunque quizás alguno de tus ídolos de barro lleguen a recordarte un momento, hay algo más que solo yo puedo hacer, ¡puedo realizar una pintura perfecta de tu alma! ¡Te inmortalizare en mi obra tanto como te hiciste inmortal en mi memoria y tú quizás te percates un día. ¡Hare una obra sobre ti! y tu quizás no lo notes. La pintare con lágrimas sobre un lienzo de nostalgia, la titulare con tu nombre, mi pincel acariciara tu rostro, y con la fuerza de mi pulso la firmare para siempre. ¡Seré un genio! y en la posteridad las generaciones recordaran que ese minúsculo genio tuvo un gran amor, una turbulenta y tormentosa historia, un dolor que retrajo su alma hasta la muerte y una esperanza que esperó inmutable hasta el fin. La diferencia entre tú y yo, es que para ti, fui un alma de luz que pasó, pero para mí fuiste única.
Alma sin Dios, reflejo de mi pasado, tú que tienes un nombre que se opone a las tinieblas de tu vida, ojalá leas estas letras un día, jamás las olvidaras, y tanto las recordaras que en tu lecho de muerte repetirás estas palabras: la inspiración no es barata ni se compra a cambio de cosas efímeras, si un artista dedica a ti su obra es porque te quiso demasiado.
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